Viajar a las Azores

¿Son en realidad las Azores un vestigio de la antigua Atlántida? Su especial ubicación, en medio del océano que toma su nombre del continente desaparecido así lo hace suponer. Sin embargo, no hay una sola prueba que permita corroborar dicha teoría, y sólo se tiene constancia de que las Azores estuvieron deshabitadas hasta el año 1427 cuando fueron descubiertas por los navegantes portugueses. Tal vez en un futuro los arqueólogos descubran algún signo que permita soñar con la Atlántida, pero por el momento, la única huella que se encuentra en el archipiélago es la del hombre europeo.
Si alguien  me preguntase cómo definir las Azores en pocas palabras, mi respuesta sería inmediata: las Azores se parecen a un pedazo de Galicia, o del Norte de Portugal, diseminado a través de nueve islas, en medio del Atlántico.

La comparación es adecuada. El visitante queda de inmediato sorprendido por  esa proliferación de campos de pasto y de ganado presentes en todas las islas del archipiélago. Una alfombra verde, salpicada aquí y allá por el colorido de las diferentes especies de flores que traídas de todos los rincones del mundo han encontrado en las condiciones climatológicas de  Azores el escenario adecuado para arraigarse con plenitud.
Un escenario, ciertamente distinto de la Portugal peninsular y de su capital, Lisboa.
De alguna manera, las flores marcan el paso del tiempo en las Azores. Las azaleas florecen en mayo, las hortensias en junio, la flor de conteira en agosto, la belladona en setiembre y las camelias en noviembre. En enero, la cumbre de la  montaña de Pico, la más alta de Portugal, aparece nevada y el verde de las islas es todavía más intenso. Flores, la más occidental de las islas, es como una esponja que absorbe la lluvia de las borrascas atlánticas y que inmediatamente la escupe por medio de los cientos de cataratas que manan desde cualquier rincón de la isla. Adentro, en el interior de cada una de las islas, antiguos cráteres y lagunas conforman un paisaje peculiar donde el azul profundo se combina con las diferentes tonalidades de verde.

Las Azores son islas adecuadas para los amantes de las excursiones a pie, para aquellas personas que son capaces de disfrutar de una larga caminata alrededor de un cráter de más de un kilómetro de circunferencia, o a lo largo de la costa, siguiendo la irregular orografía de la misma, y dejarse impresionar por una flora exuberante y el perfume de sus flores.

Divididas en tres grupos, Oriental, Central y Occidental, las nueve islas del archipiélago, tienen cada una su propia identidad, una clara diferencia en sus costumbres y tradiciones.

 

Flores, el confín de Europa

Flores, en el grupo occidental es el Finisterre europeo, la última porción del Viejo Continente en el Atlántico.

Flores es como una esponja que absorbe las borrascas atlánticas para inmediatamente hacer brotar el agua gracias a los saltos de agua que brotan por toda la isla. Contrariamente a lo que sucede en la mayoría de países -los días de lluvia agradan a poca gente- en Flores la lluvia permite disfrutar de la Naturaleza en toda su expresión: las cataratas se encuentran por toda la isla y verlas resulta un espectáculo apasionante

Aquí, los pequeños pueblos son el reflejo de una vida campesina, casi ancestral, en la que paradójicamente, apenas se nota el influjo de Europa. Se podría decir que Flores es como un pequeño país independiente, aislado: una tierra extraña a la que de vez en cuando llegan algún viajero despistado.

El aeropuerto de Santa Cruz, la capital de la isla, está casi ubicado en el centro de la población: la pista de aterrizaje parte el pueblo por la mitad. El bar del aeropuerto es uno de los puntos de encuentro de sus pocos habitantes, apenas unos mil, de entre los cuatro mil que habitan la isla, y la llegada de los aviones es motivo de movilización general.

Al aeropuerto acuden las camionetas de los tres o cuatro hoteles de la isla, y gente dispuesta a ofrecer una habitación a buen precio.

Carreteras estrechas, la mayoría de ellas asfaltadas, cruzan la isla y rodean el litoral, y permiten al viajero admirar la belleza de Flores.

Si se dispone de tiempo, lo mejor es realizar excursiones a pie; aunque también es cierto que la isla está bien comunicada, y el paseo en taxi o automóvil de alquiler también permite admirar la variedad de sus paisajes.

Al lado de Flores se encuentra la pequeña isla vecina de Corvo. Aquí la caldera, el cráter volcánico convertido en laguna de Monte Grosso, es único en grandiosidad y belleza. La isla de Corvo no se encuentra muy lejos de Flores, aunque la presencia del mal tiempo obliga a cancelar el viaje en barco, y muchas veces, sobre todo fuera de la temporada estival, el viajero deberá contentarse con ver el perfil de Corvo, más allá de Punta Delgada, al norte de Flores, separada por las olas de un Atlántico furioso. Entre Flores y Corvo, a pesar de su proximidad no existe vuelo directo. Sólo conexiones por mar, sin horario fijo, condicionadas por el estado del mar y la voluntad del patrón.

GUÍA PRACTICA

CÓMO IR

Sata, la aerolínea de las Azores,  tiene vuelos directos por el momento desde Barcelona y Bilbao a Sao Miguel, aunque obviamente hay otras opciones vía Lisboa y Oporto. El vuelo directo dura unas tres horas y media y la diferencia horaria es de dos horas. Luego desde Sao Miguel podemos desplazarnos a alguna de las otras islas del archipiélago

CLIMA

La temperatura media de las Azores oscila entre los 21 Cº en verano y los 15 Cº durante el invierno. No existen grandes oscilaciones de temperatura, y disfruta de un clima templado durante todo el año. A pesar de encontrarse en medio de una zona anticiclónica, llueve a menudo, sobre todo de octubre a abril, aunque enseguida vuelve a lucir el sol.

GASTRONOMÍA

Las Azores son un pequeño paraíso para los amantes de la buena comida. Podría decirse que la base de la gastronomía la constituye el pescado y el marisco; sobre todo las langostas. Pero también es cierto que la gran cantidad de pastos y de ganados, permiten a la región disponer de la mejor carne de vaca de Portugal. También son muy conocidos los quesos, con especial mención del que se produce en Sâo Jorge. Para acabar de situarse, puede acompañar su comida del vino de la isla de Pico y un aguardiente de Graciosa.