Islandia, entre fiordos y volcanes

Viajo a los fiordos de Islandia, al noroeste de esta isla situada en medio del océano Atlántico y  que constituye el país más occidental de Europa, el último eslabón entre Europa y América. 
A diferencia de lo que hace la mayoría de gente he escogido un recorrido alternativo, sin renunciar a ver, al final del viaje,  algunas de las principales “atracciones” de Islandia que incluyen cataratas, glaciares y géisers. El recorrido normal para el viajero que viaja a Islandia es realizar la vuelta de la isla, recorrer la también llamada Ring Road. Yo, sin embargo he optado por viajar desde Reikiavik a la península de Snaefellsnes y posteriormente a los fiordos del Oeste: la porción occidental de la isla.
Islandia es ante todo un país de pescadores y de navegantes. La pesca es la principal fuente de ingresos, y la navegación forma parte inseparable de su historia.

La península de Snaefellsnes

Mi recorrido tras dejar atrás Reikiavik empieza en la península de Snaefellsnes. La lluvia me acompaña en gran parte del trayecto. Esta es una constante que se repite con cierta asiduidad en Islandia. Los paisajes son espeluznantes, bellos y misteriosos...pero el tiempo siempre es un enigma.
Paso los dos primeros días en Arnarstapi y Hellnar dos pueblos situados al sur de la península desde donde, si las nubes lo permiten,  se puede contemplar la cima del volcán Snaefells. En este volcán Julio Verne, situó la entrada de su viaje al centro de la Tierra.

No lejos de Hellnar se encuentra la playa de Djupalonssandur,  negra y fascinante, y algo más allá el monumento dedicado a Gudridur, la heroína navegante que con un niño sobre sus hombros mira en dirección al continente americano. La carretera que contorna el glaciar-volcán  sigue paralela a la costa, pasa por algunos pueblos de pescadores como Hellisandur y Olafsvik, para ir a parar a Stykkisholmur, al norte, punto de salida por ferrry hacia los fiordos.

Los fiordos del Oeste

El ferry Baldur que realiza diariamente el trayecto desde Stykkisholmur hasta Branjslaekur, pasa por las islas Flatey, lugar apreciado por los observadores de pájaros.
El pequeño puerto de Branjslaekur en Bardastrond, es la principal puerto de acceso a los fiordos del Oeste. En realidad la mayoría de visitantes toman el ferry, aunque también puede hacerse por carretera vía Budardalur y Reykholar.
Sea como fuere el trayecto en barco es mucho más agradable. Las tres horas de navegación pasan en un santiamén.
En los fiordos del oeste  hay varios pueblos que viven exclusivamente de la pesca. Bildudalur, Talknafjordur, y Patreksfjordur son los más importantes del sur, mientras que hacia el norte destacan Bolungarvik y Isafjordur. A mi entender no es necesario ir demasiado hacia el norte. Con un par de días puede hacerse una idea de cómo es la región porque la atracción de Islandia radica más en los paisajes que en los pueblos. 

Aquí la Naturaleza sigue manifestándose de forma prodigiosa. Playas, acantilados, montañas y volcanes son el principal aliciente del país. Las playas de Raudisandur, Breiduvik y Haenuvik  y los acantilados de Latrabjarg son escenarios realmente hermosos.
Para curiosos y navegantes en Hnjotur se puede visitar el Museo Marino. Un monumento en un pequeño promontorio desde donde se divisa Patreksfjordur recuerda a los marineros desaparecidos en el mar. 

Reikiavik y centro del país

Si bien la península y los fiordos ya merecen el viaje a Islandia no por ello hay que renunciar a visitar algunas de los paisajes del interior del país.
A pocos kilómetros de Borgarnes se encuentran las cataratas de Hraunfossar. El agua en la cascada discurre lenta y  perezosa, blanca  y azulada. Hraunfossar es en verdad un lugar precioso. Desde aquí la  carretera número 550 de Kaldidalur pasa por detrás del glaciar Langokull y se adentra en un escenario que bien podría definir en sí a toda Islandia. 

Glaciares, volcanes, desiertos de lava y lagos se suceden en un escenario ciertamente bello, aislado y solitario
Estamos a primeros de junio; la carretera no está oficialmente abierta, y a aunque voy bien equipado siento cierta inquietud; durante las casi tres horas de travesía no me cruzaré con ningún otro automóvil. El día es cambiante y el viento empieza a soplar con una fuerza inusitada...de manera que cuando voy a dar al lago Bingvellir y me encuentro con la carretera que va de Reikiavik a Geyser, siento cierto alivio. 

Continuo mi camino en dirección a Laugarvatn y Geysir —el lugar donde se hallan los géisers— y algo más adelante las cataratas de Gullfoss, ciertamente espectaculares. 
Este último día regreso a Reikiavik, casi con el sol de medianoche, donde pasearé por las calles de la Ciudad Vieja.

Direcciones web

Si desea viajar desde España, Islandia66  le ofrece las mejores alternativas para organizar su visita. También puede consultar la página web de la Oficina de Turismo de Islandia.