Las bahías luminiscentes
/Al sur de Puerto Rico hay una bahía, hábitat de los dinoflagelados, una especie de algas unicelulares que forman parte del fitoplancton, y que en las noches oscuras, sin luna, al entrar en contacto con la piel del hombre muestran su fluorescencia.
Desde el embarcadero de La Parguera salen cada noche las barcas que realizan el recorrido, incluso durante los días de plenilunio, cuando la luminiscencia del plancton es considerablemente menor.
La primera vez que pude observar el fenómeno fue en ocasión de un viaje promocional a Puerto Rico durante el que nos llevaron a visitar el lugar. La luna estaba en cuarto creciente y la fluorescencia del plancton era escasa, pero aun así decidimos ir a verlo. La barca nos condujo a una zona de canales protegida por el manglar y algunos de los integrantes del grupo se bañaron. De su cuerpo saltaban chispitas de luz, sobre todo cuando movían las extremidades. Su efecto me recordó el del plancton marino que también puede observarse en el Mediterráneo.
Los pescadores de La Parguera afirmaban que sin la radiación lunar el la luminosidad de los dinoflagelados era mucho más espectacular.
Guardé un grata impresión de mi primera experiencia y me quedé con una idea aproximada de cómo debía ser el fenómeno en condiciones idóneas.
Por este motivo cuando tres años más tarde regresé a Puerto Rico para realizar sendos reportajes sobre las islas de Culebra y Vieques mi viaje coincidió con la fase de luna nueva. Sabía que en Vieques se encuentra bahía Mosquito donde la abundancia de plancton luminiscente es uno de los principales atractivos de la isla y no quería desaprovechar esta oportunidad.
Vieques que hasta el año 2003 fue utilizada en gran parte de su territorio como base y campo de pruebas militares de los Estados Unidos es una isla curiosa. Cuando la visité, la población estaba hasta el gorro de la utilización militar del territorio y las protestas eran continuas. Los militares norteamericanos cerraban las verjas de acceso por carretera a gran parte de la isla durante los días de ejercicios militares, para una vez finalizadas volver a abrir el paso.
Llegabas a una hermosa playa y ahí, varado en la playa, encontrabas los restos carbonizados de un tanque utilizado en las prácticas de tiro.
Si circulabas en coche por el resto de el área militar veías socavones producidos por los continuos bombardeos y alguna zonas acotadas en las que presumiblemente quedaban bombas sin explosionar. Es probable que varios tipos de bombas de última generación, bombas “inteligentes” —lo cual es un insulto a la inteligencia—, bombas con uranio empobrecido y bombas de racimo utilizadas por los EE.UU. en las masacres de la guerras de Irak fuesen probadas con anterioridad en Vieques.
El alto porcentaje de viequenses afectados por varios tipos de cáncer parece tener una relación directa con los ensayos efectuados en la isla. Las protestas de los lugareños se vieron al fin recompensadas con el desmantelamiento de las bases en abril del 2003.
Los dinoflagelados no tienen nada que ver con las prácticas militares; más bien las excluyen. Enseñan una luminiscencia mucho más amable que la producida por el estallido de las bombas.
El trayecto desde el embarcadero de Esperanza hasta bahía Mosquito dura apenas unos minutos.
La noche era negra y cerrada. Poco podía imaginar el espectáculo que iba a presenciar poco después.
Íbamos en la barca, dos marinos y cuatro personas más. Después de recorrer poco más de una milla, el capitán detuvo la embarcación en medio de la bahía.
—Aquí está bien —dijo.
Una de las muchachas fue la primera en lanzarse de cabeza al agua; los demás dimos un grito de exclamación al unísono.
El cuerpo de la chica refulgía igual que un ser mágico y luminoso. Un ser sumergido en el mar, recubierto por una aureola de luz.
Los demás nos zambullimos de inmediato.
Si verlo era una experiencia intensa, experimentarlo en el propio cuerpo era vivir dentro de un cuento de hadas y seres luminosos.
Buceé, nadé de un lado a otro. Miré una y otra vez mis manos y las extremidades de mi cuerpo recubierto de luz y permanecí más de una hora en el agua.
Después todavía tuve tiempo de admirar los movimientos en el agua de algunos de mis acompañantes y maravillarme una vez más de la realidad de la bahía luminiscente.
La luz del plancton se observa en el movimiento del cuerpo sumergido.
Los marinos conocen y han visto tras la estela de un barco la leve luminiscencia del plancton marino. En bahía Mosquito el plancton rodea el cuerpo del bañista y le cubre con una capa de luz.